miércoles, 1 de julio de 2015

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25/11/80
A MI AHIJADO: LETRAS PARA TU PRIMER COMBATE

Una a una
como cuentas de collar
como desgranando arvejas
rodaron tus lunas
(muy largas, tan cortas).
Sin pausa,
pero despacito,
modelaste
el exacto tamaño de tu nido.
Y a cada palmo
que aumentaba tu sombra
cedían las fronteras
a fuerza
de redondas rodillas
intrépidos piecitos
y doblados codos.
Borrosos los bordes
de tu oscuro universo tripartito:
la tibia esfera que te nutre,
por dentro, vos,
el mundo, afuera.
Y hoy
que rodaron meses y lunas
descubrís con sorpresa
que existen los límites,
que no hay respuesta
ante la enérgica demanda de tus puños
ni la insistente presión de tu cabeza.
Las fronteras, fronteras.
No ceden.
Algo pasa.
Te crece en instantes, por instantes,
una vaga angustia.
Se conmueve tu cosmos.
Intuís el fin
de este profundo hueco
que te quiere y que amás.
Así es la vida:
todo se acaba.
Entonces
hoy, bebé,
que tu apretada gruta
dice
basta
junta las cosas que te dio esta etapa
un par de manos para tomar todo
la incesante marcha de tus piernas
todo el placer que te dará tu cuerpo
y tu cabeza,
ama y esclava
de boca, pies, dedos y vientre.
Cerrá los ojos,
apretá los puños
y saltá, volá.
Detrás del túnel
está tu nueva etapa.
Y cuando emerjas
con miedo
con trabajo
encontrarás de este lado del combate
ese algo conocido que te falta.
Y lo que fue redondo techo
serán dos brazos
que te recibirán
con tanto miedo
con igual trabajo.
Todo te aguarda.
Esta casi en blanco
lo que será tu historia
ansiosa por llenarse con tus pasos.
Y aunque te asustes,
disponete de frente al desafío.
Cerra los ojos
apretá los puños
saltá, volá.

Pero con ganas.

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