lunes, 21 de septiembre de 2015

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25/5/82
Querida hermana:
Tengo cinco días de atraso. De la única forma que puedo resumirte mi estado es diciéndote que estoy histérica. Mi sensación interna es la misma que cuando tomaba las pastillas para adelgazar. No tengo sosiego. Los días se me hacen eternos. A cada rato me parece que me indispuse, entonces dejo de hacer lo que estoy haciendo y voy corriendo al baño. Y no. Y así, y así. Yo soy siempre un reloj. El primer día de falta lo atribuí a los nervios acumulados en estos días. El segundo, a todas mis ganas que me estaban jugando malas pasadas. Pero ya la situación me alarma. No sé de cuánto es capaz mi cabeza, pero tamaño poder me parece mucho. No sé. Tampoco sé qué quiero. De repente lo tomo por cierto y fantaseo, pero en cuanto me doy cuenta trato de poner los pies en la tierra apresuradamente. Estoy asustada de mí misma, de que lo que fue una suerte de juego-combate se haya precipitado y sea cierto. ¿Cómo explicarte lo que estoy viviendo? En los minutos que median entre mi sospecha de que bueno, de que ahora sí me vino y la confirmación de que no, conviven la angustia y el alivio. Porque, ahora más que nunca, me doy cuenta de que quiero un hijo. Pero no así. Como si se lo hubiera arrebatado a Luis, robado. Me reprocho al infinito mi falta de paciencia. Además no entiendo cómo pudo ser. Y si fue esa única vez, ni siquiera en la mitad del ciclo, que además Luis provocó, es porque estaba escrito que tenía que ser, porque de alguna manera los dos lo deseábamos.
No presto atención a nada, por momentos ni escucho lo que me dicen. Luis me pregunta qué me pasa. Yo me asusto y trato de disimular. Me aterra pensar en decírselo. Creo que no me lo perdonaría. Te aseguro que si salgo de esto recuperaré la cordura y dejaré de jugar juegos peligrosos.
Por otro lado siento que este espacio de duda me lo generé para poder proporcionarme, aunque sea por unos días, la ilusión de estar embarazada. De comprobar que mi cuerpo puede, que soy capaz, mujer al fin. Entonces me acuesto, cierro los ojos y me concentro en las sensaciones que me llegan desde adentro. Trato de aprovechar las pocas horas que le restan a este permiso que me concedí de creerme habitada. ¿Podés entenderme?
Voy a esperar unos días más y después me haré el análisis en la clínica. Macaneando, por supuesto, que es de una amiga, como tantos que en realidad me ocupé de que se hicieran. Quisiera dormirme y despertar cuando ya supiera qué es lo que pasa. Esta espera supera mi capacidad de esperar, bastante escasa en general, por cierto.
En cuanto sepa algo te escribo.
Deseame suerte aunque no sé cuál es la suerte.
Besos.
       Laura

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