lunes, 14 de septiembre de 2015

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20/4/82
Hermana:
Me da vergüenza contártelo pero empecé otro taller literario. Esta vez el diario fue el responsable. Una tal Marta Cabrera proponía grupos de no más de cinco personas para el análisis de cuentos. Llamé y resulté ser la quinta. Fui. Otra mujer y tres hombres. Todos de aproximadamente mi edad. La dinámica similar a la de mis experiencias anteriores: lectura y análisis de textos. Propuesta de llevar material nuestro. El marco distinto: un departamento de un ambiente lleno de cosas, lleno de libros, lleno de vida. El trabajo frente a un termo de café. Lindo clima.
Marta es una mujer de unos cuarenta años. Nos leyó un cuento suyo (se ve que tiene su ego) que me pareció muy bueno. Según mi costumbre rastreé librerías y compré dos libros suyos. Me gusta su estilo, su fuerza. Esperemos que me sirva. No me quiero precipitar, no voy a llevar nada por el momento. Prefiero empezar escuchando y tanteando el terreno. Basta de emociones violentas.
Luego de mi enfrentamiento con Luis no hemos vuelto a tener relaciones. Motivos varios, excusas mil. Evidentemente la situación no podrá prolongarse mucho más así que veremos cómo actúa. Después que pude tomar la decisión me quedé mucho más aliviada. El problema es de él ahora aunque, desde luego, ¡tengo un poco que ver con el asunto!
Trabajo bastante y con bastante energía.
Por la Argentina, gran movilización. Hubo una manifestación contra el estado de sitio. Reprimieron con todo. Pero lo que no se puede creer es lo de Malvinas. ¡Lo único que nos falta es una guerra!
Me encantó tu carta. Cerré los ojos y te vi contándomela. Te extraño pero tiene algo de encanto esta distancia. Cada vez que me siento a escribirte es como una pausa en el fragor cotidiano. Es el momento del análisis y de las reflexiones sobre lo que me pasa, sobre lo que siento, sobre lo que planeo.
Te quiero.
            Laura


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