20/4/82
Hermana:
Me
da vergüenza contártelo pero empecé otro taller literario. Esta vez el diario
fue el responsable. Una tal Marta Cabrera proponía grupos de no más de cinco
personas para el análisis de cuentos. Llamé y resulté ser la quinta. Fui. Otra
mujer y tres hombres. Todos de aproximadamente mi edad. La dinámica similar a
la de mis experiencias anteriores: lectura y análisis de textos. Propuesta de
llevar material nuestro. El marco distinto: un departamento de un ambiente
lleno de cosas, lleno de libros, lleno de vida. El trabajo frente a un termo de
café. Lindo clima.
Marta
es una mujer de unos cuarenta años. Nos leyó un cuento suyo (se ve que tiene su
ego) que me pareció muy bueno. Según mi costumbre rastreé librerías y compré
dos libros suyos. Me gusta su estilo, su fuerza. Esperemos que me sirva. No me
quiero precipitar, no voy a llevar nada por el momento. Prefiero empezar
escuchando y tanteando el terreno. Basta de emociones violentas.
Luego
de mi enfrentamiento con Luis no hemos vuelto a tener relaciones. Motivos
varios, excusas mil. Evidentemente la situación no podrá prolongarse mucho más
así que veremos cómo actúa. Después que pude tomar la decisión me quedé mucho
más aliviada. El problema es de él ahora aunque, desde luego, ¡tengo un poco
que ver con el asunto!
Trabajo
bastante y con bastante energía.
Por
la Argentina, gran movilización. Hubo una manifestación contra el estado de
sitio. Reprimieron con todo. Pero lo que no se puede creer es lo de Malvinas.
¡Lo único que nos falta es una guerra!
Me
encantó tu carta. Cerré los ojos y te vi contándomela. Te extraño pero tiene
algo de encanto esta distancia. Cada vez que me siento a escribirte es como una
pausa en el fragor cotidiano. Es el momento del análisis y de las reflexiones
sobre lo que me pasa, sobre lo que siento, sobre lo que planeo.
Te
quiero.
Laura
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