12/2/82
Hermanita:
Aquí
estoy escribiéndote a la sombra de un árbol. Por suerte pudimos alquilar la
misma quinta, tan llena de lindos recuerdos.
La
rutina es similar a la del año pasado. Luis sale a la mañana y regresa a la
tardecita. El auto anda bastante mal así que cada vez que se demora me lo
imagino parado en medio de la ruta.
Estoy
con buenas posibilidades de disfrutar de este descanso. Desde que llegamos ya
leí tres libros. Dos de Onetti, por supuesto, porque soy muy obediente. ¨La
vida breve¨ (me lo regaló Luis para mi cumpleaños) me dejó muy impactada. Algo
de razón debía de tener Castro.
Estuve
revisando todo lo que tengo escrito. Quedé bastante sorprendida. Me impresionó
el material correspondiente al 79, cuando iba al taller de Raúl Correa. Casi me
asfixió leerlo. No me había dado cuenta hasta el momento de lo apretado de la
escritura. De la economía de palabras, de la ausencia de nexos. Supongo que
tenía todo a tanta presión adentro que cuanto pusiera que no fuera
estrictamente necesario era considerado pecaminoso. Hubo cosas que a mí misma
me costó entenderlas. Evidentemente no escribía para otro: escribía para
sobrevivir. Me encontré, además, con mis pasadas angustias, tanto más pesadas
que las actuales que igual me parecen pesadísimas. Me hizo bien el nivel de
referencia. Revaloricé mi presente. Al mismo tiempo sentí que ya no puedo
escribir nada. Tal vez no lo necesite.
Hay
ciertas diferencias con el estado anímico de las vacaciones pasadas. Me tiro al
sol, tejo, cocino y armo rompecabezas como antes. Pero la sensación es que el
otro año mi cabeza también estaba relajada. Ahora no puedo dejar de estar
atenta, expectante.
Sigo
atacada con el tema hijo. Hace unos días intenté nuevamente sacar la
conversación. Le pregunté a Luis si nunca fantaseaba con tener un hijo. Obtuve
un rotundo no. Insistí mencionando un futuro lejano, en el cual yo no estuviera
necesariamente involucrada. La respuesta de nuevo fue no. ¨¿Por qué?¨. ¨Porque
no, porque no lo necesito¨. Lo grave es que yo sí lo necesito y soy consciente
de lo lejano que está. Tal vez nunca, Luis por medio.
Sigo
con el rito de la merienda. Gracias a eso me he transformado en una experta
repostera y también gracias a eso hemos aumentado unos cuantos kilos cada uno.
Al mediodía estoy tratando de no almorzar. Camino mucho y ando bastante en
bicicleta, único medio de transporte para hacer las compras porque Luis se
lleva el auto.
En
líneas generales estoy contenta, pero parece que el ser humano es insaciable:
más tenemos, más queremos. Qué no hubiera dado durante el tiempo que Luis se
fue de casa para vivir un ratito de estos.
Pero como ahora está, mis aspiraciones, mis necesidades son otras.
Crecen.
Un
beso de los grandotes.
Laura
No hay comentarios:
Publicar un comentario