10/4/82
Querida
hermana:
Cuando
empiezo a acumular energía en una dirección determinada sé que finalmente
termino reventando. Ayer tuve una agarrada grande con Luis. Estábamos comiendo
el postre cuando, de pronto y sin estar en mis planes, le pregunté:
-Luis,
¿qué pensás que va a pasar con nosotros en un futuro cercano?
-Nada
en particular, estoy muy bien con vos así.
-Pero
yo, no.
-¿Otra
vez con la misma historia?
Me
levanté de la mesa y me fui al dormitorio dando un portazo. No había terminado
de tirarme en la cama cuando lo escuché entrar.
-Laura,
¿qué es lo que te pasa?
Como
siempre en estas ocasiones me puse a llorar y él, también como siempre, me
abrazó. No pude contenerme y, entre sollozos, le conté de mis necesidades, de
mi irracional pero imperioso deseo de tener un hijo.
-Terminala
con eso –dijo en un tono que le desconocía, apartándose.
-Te
aviso que yo no me voy a cuidar más, la responsabilidad corre por tu
cuenta desde ahora –le grité furiosa.
Así
quedó el asunto. A la hora ya estábamos charlando como si nada hubiera pasado.
Pienso cumplir lo amenazado. Me parece injusto, antinatural, obligarme a mí
misma a privarme de lo que necesito. Veremos cómo reacciona.
¿Te
enteraste de los de Malvinas? Me temo que acabamos de meternos en un disparate.
Bastante
por hoy. Besos muchos.
Laura
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