miércoles, 9 de septiembre de 2015

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18/3/82
Querida Claudia:
Veo que el tema del hijo tampoco es ajeno a tu historia. Evidentemente está implícito en el hecho de ser mujer, casi independiente de la posibilidad real de concretarlo. De todos modos, te veo bastante más encaminada que yo, más cercano el objetivo. Por lo que me contás, lo que talla en tu caso, son los inconvenientes externos no la falta de deseo de su parte. Y no es poca cosa. Al menos eso legitimiza tus ganas aunque deban postergarse por tiempo indeterminado.
Leí en el diario que se inician los talleres de Castro. No puedo ir. Con qué cara lo miraría si no escribo un cuento desde agosto. Capítulo cerrado.
Como siempre las vacaciones me energizan y reemprendo el trabajo con más ganas. Veremos cuánto me dura la polenta.
Ayer fuimos a cenar a casa de los padres de Luis. La madre es muy cariñosa conmigo. Parece que buscara a alguien con quien poder comunicarse. Ni el marido ni el hijo demuestran ser interlocutores válidos. Creo que a Luis no le causan mucha gracia sus intentos de acercamiento. Es difícil de llevar este muchacho. A veces me admiro de mi paciencia pero luego reconozco que tiene innumerables recursos para hacerse acreedor de mi amor. Adriana perdió el embarazo. Sin causa todavía determinada. La noté bastante deprimida en su carta y no es para menos, tanto más cuando ocurre a distancia de sus puntos afectivos de referencia. No sé cómo soportaría yo una situación semejante. Creo que no podría, pero evidentemente uno siempre puede más de lo que supone poder.
Tengo ganas de charlar con vos, café de por medio. ¿Tan mal te tratamos que no necesitás venir por estos pagos? Meditá al respecto.
Te quiere mucho

                        Laura

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