23/11/81
Claudia:
Linda
carta la tuya, lindo ánimo de mi hermana. Me ayuda, me reconfirma en mi ruta.
Se
produjo la cena. Las cosas suelen ser menos difíciles de lo que tememos. Sobre
todo cuando el creerlas difíciles es conflicto nuestro. Como si hubiera sido
una reiterada costumbre. Vinieron, comieron y se fueron y nada extraño sucedió.
Luis estaba nerviosísimo. Era el único que parecía fuera de libreto. Pero lo
atrajimos hacia nuestra distensionada forma de estar. Te diría que fue una cena
agradable. Los viejos estaban de los más contentos.
Cuando
se fueron me animé a preguntarle a Luis por qué nunca los había invitado. No pudo
contestarme.
Mientras
lavábamos los platos empezó, por primera vez desde que lo conozco, a contarme
cosas de su infancia, de su eterna imposibilidad de comunicarse con los padres,
de cuánto lamentó no tener hermanos. Yo no quería ni respirar para no cortar
ese momento único en nuestra historia alimentada solo del presente. Me hizo
preguntas. Respondí sin pensar qué era lo que él quería oír. Fue un hermoso
rato. Hasta que le pregunté, a boca de jarro,
si alguna vez había pensado en tener hijos. Contestó que no, que ni se
le había ocurrido pensarlo y si se ponía a pensarlo ahora la sensación era que
no. Que para qué.
Lo
escuchaba hablar y crecía mi angustia. Además de ser mi tema obsesivo desde la
infancia, recrudecido cada vez que creía querer a alguien, era el factor común
de todos mis últimos sueños. La necesidad del hijo. Absurda dentro del
bochinche de nuestra forma de querernos. Pero presente.
Tuve miedo de que se diera cuenta de lo
que estaba sintiendo y cambié de tema.
Ir
al taller forma parte de mi actividad semanal pero no me compromete. Entro,
salgo y sigue mi vida sin mayores modificaciones. El otro día me propuse
escribir algo. Me senté, borroneé tres renglones y después fue inútil. No se me
ocurría absolutamente nada. No quería o no podía sacar nada de adentro e mí.
Creo que evito revolver demasiado en mis profundidades. Tengo miedo de que esta
calma lograda se vea amenazada.
El
trabajo, después de muchas idas y venidas, está nuevamente bien encaminado. No
te cuento detalles porque sé que no te interesa. Y no te preocupes que a mí
tampoco.
Estuve
releyendo ¨Sobre héroes y tumbas¨. Me dejó patas para arriba. Veré si me
consigo un best-seller.
En
el país todo dado vuelta. La gente está empezando a reaccionar. Creo que todos
estamos hartos de este enorme colegio de pupilos donde la única posibilidad es
acatar la disciplina.
Un
beso grande, hermana.
Te
quiere mucho.
Laura
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