26/10/81
ENCUENTRO CON PAQUETE
Desde mis veinte minutos de espera y sus
diez minutos de retraso vi que doblaba la esquina. Pese a la cuadra que nos
separaba y a los dos años de distancia tardé menos de un segundo en
reconocerla. Caminaba, como siempre, con el cuerpo adelantado, como si las
piernas fueran incapaces de moverse tan rápido como ella quisiera. Lloviznaba.
Venía casi corriendo, ofreciéndole al agua la cara sin paraguas y al viento el
alboroto de sus rulos. Traía un paquete tan grande que casi la tapaba, tan
cuadrado como anónimo. Cruzó con el semáforo en rojo y tuvo que pararse en la
mitad de la avenida entre los coches que pasaban zumbando. Recién entonces me
vio. Por Dios, ¡qué sonrisa detrás del paquete!
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