lunes, 24 de agosto de 2015

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10/11/81

El sol empezaba a caer. Un duro reflejo hería los ojos. Pensó en los anteojos pero eligió el reflejo. Lo afrontó frunciendo el ceño. Amaba esa hora. La lucha del sol ya vencido. Eternamente en lucha. Soportando la derrota solo por la certeza del triunfo del próximo amanecer.  Ganar y perder. La eterna rueda de lo repetido. El misterio de por qué recomenzar. Todo redondo, girando. Sobre sus cuatro ruedas. Como otras piernas, otros brazos. Dóciles. Ligeras. Rodando en la ruta vacía. Deslizarse. Flotar llevado por su auto. Llevado, no llevándolo.

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