27/4/80
Hermana:
Ahora
sos vos la perezosa. Quisiera creer que el motivo del abandono del que me hacés
objeto es tu felicidad. Si es así, desde ya perdonada. Si no, también. Sos el
único personaje de mi vida (además de mamá, por supuesto) del cual no me
cuestiono la continuidad de su cariño. Aunque quisiéramos no podríamos dejar de
querernos.
Estoy
viviendo con Luis. He hecho un verdadero trabajo de hormiga. En los últimos
tiempos empezamos a ir más seguido a su casa, porque le queda cerca del
trabajo. Un buen día toqué el timbre (aún no tenía la llave) y al abrir la
puerta pudo descubrirme a través de un helecho que, como te imaginarás, no
podía subsistir sin mis cotidianos cuidados. A los dos días cuando entró (le
abrí yo con MI llave) se encontró con mi azalea preferida que extrañaba al
helecho. Y así sucesivamente. Y como casi todas las noches las pasábamos allí,
no tuve más remedio que llevar ¡mi cajonera llena de ropa! Le pedí a Graciela
que me la transportara en su auto. Cuando escuché la llave en la cerradura, me
pusé histérica. No sabía cómo lo iba a tomar. La vio y mientras yo me
apresuraba a darle explicaciones me miro y me dijo: ¨No te disculpes, soy yo el
que quiero que te quedes¨. Se me llenaron los ojos de lágrimas y, aunque no
puedas creerlo, a él también.
Mientras
te escribo escucho la radio. Las noticias de las inundaciones son terribles.
Hubo treinta muertos y más de treinta mil personas evacuadas. Lo único que nos
faltaba. Porque sabrás que por lo menos en algo somos famosos. Acaban de decir
que tenemos la tasa de inflación más alta del mundo. En buen momento huiste.
¿Será cuestión de imitarte? Pero hay quien me retiene aquí… Siguen las noticias
y cada vez son de peor color. Luego de conocer el informe de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos nuestro bienamado presidente Videla ha dicho
algo así como ¨El pueblo argentino ha dado su asentimiento al precio que debió
pagarse en la lucha contra la subversión¨. Así que no te olvides: vos y yo le
dimos nuestra autorización para cometer todas las atrocidades que cada vez
menos pueden negar.
Apagué
la radio. Qué alivio. Otra vez sola con vos. ¿Qué más puedo decirte? Soy feliz.
Sí, aunque suene cursi, así me siento, a pesar de todo. Por momentos muerta de
miedo de despertarme y descubrir que estaba soñando. Por otros, extrañamente
serena, extrañamente confiada.
Quisiera
que el tiempo se parara hoy, 27 de abril.
Laura
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