30/3/80
Querida
Claudia:
Perdoname
la borrada. Podría buscar y encontrar mil razones muy creíbles para
justificarme. Pero hay una única verdad: no te escribí porque soy feliz. O para
sonar menos a telenovela: estoy feliz. Entonces no necesité escribirte. Suena
injusto, ¿no?
Los
días que me están tocando no pertenecen a mi historia. Temo que en cualquier
momento se descubra el error, que el director me chiste y que me asigne el
personaje que me corresponde. Este se lo robé a otro, a otra.
Siempre
supe ser mujer enamorada pero recién ahora estoy aprendiendo como vive una
mujer querida. Me voy dando cuenta de que no hace falta hacer nada, que no
tengo que proponerme conductas heroicas, ni hacer regalos, ni escribir poesías.
Parece que el secreto consiste en SER. Como ya me lo ha señalado Raúl.
Luis
me dice a cada rato ¨¿No podés quedarte un poco quieta?¨. Y como ya me caló
bastante ¨Relajate, dejá de actuar¨. Como si fuera tan fácil. Porque cuando no
me deja usar el arsenal de recursos aprendidos y aplicados durante siglos y
años no sé qué hacer.
Hemos
estado tres días seguidos metidos dentro de casa sin siquiera vestirnos, sin
cocinar, comiendo como los chicos a cada rato. Llevándonos la lata de
galletitas a la cama. Sin atender el teléfono, sin mirar televisión, sin leer.
Dejándonos estar, solamente. De a ratos charlando. De a más no haciendo nada. Y
esto no cabe en mi historia (¿viste que te lo decía?): Laura haciendo nada.
Dejándose querer. Y queriendo.
Conocí
su casa. No sabés cómo me sorprendí sabiendo cómo es él. El desierto viviente.
Una cama doble, una mesa y dos sillas. Nada más en dos ambientes. Ni un cuadro,
ni una planta. Parece mentira que hubiera vivido allí, durante tres años, una
mujer. No dejó huellas. Pero me temo que sí en él. No puedo preguntárselo
porque nuestro pasado afectivo es tema tabú. Luis me pidió, en forma expresa,
que no le contara nada de mi vida sentimental. Dijo que aunque no lo parezca (y
no lo parece) es celoso en extremo. Retrospectivamente también. Tiemblo pensando
que encuentre rastros de mi historia. Escondí en el fondo de un cajón las fotos
y las cartas. Pero no pude tirarlas. Además, ¿quién me garantiza cuánto durarán
nuestros días en común? No te preocupes que sigo con los pies sobre la tierra,
a pesar de los frecuentes viajes al espacio que nos proporcionamos.
Voy
a trabajar como una autómata. En cuanto me separo de él siento la necesidad de
verlo nuevamente. En la piel. Pobre Verónica, ya estará harta de escucharme
nombrarlo.
Nos
vemos casi todas las noches. Más en casa, menos en la de él. Una vida de
gitanos, siempre con la ropa a cuestas. Pero ¡ojo!, no me quejo. Disfruto hasta
de los acarreos.
Me
encanta llegar antes que él y preparar la cena. Como jugar a las muñecas. Me
compré dos libros de cocina. Luis no deja de sorprenderse ante cada nueva
receta. Y de decírmelo. Todo me festeja. Sospecho que no ha sido muy atendido
ni muy mimado. Yo tampoco. Por eso creo que lo disfrutamos juntos.
De
todos modos, cada día es independiente del anterior y, en consecuencia, cada
uno tiene que ser planificado. Confirmar si nos veremos o no. En fin, nada de
compromiso. Mal que me pese.
Veo
que tu historia no se aparta demasiado de la mía. Persevera y triunfarás.
Perseveremos y ¿triunfaremos?
Ahora
temas de actualidad. No te podés imaginar el calor que hace. Hasta suspendieron
las clases. Después de cenar Luis y yo
solemos tomar un helado sentados en la plaza de Córdoba, más poblada por
insomnes acalorados que un domingo por la tarde. Tu departamento es un horno,
atributo que supongo bien recordarás.
Anoche
fui a cenar a lo de papá (Luis tenía reunión con los compañeros de la
secundaria, o al menos eso fue lo que me dijo). Se compró un televisor color.
Está contento como chico con juguete nuevo. A pesar de que con el cierre del BIR
perdió un plazo fijo por una cifra que ni quiso confesarme.
Me
dejó helada tu comentario sobre las versiones que por allí circulan sobre la
existencia de ¨campos de concentración¨ en el país. La sola idea me resulta tan
horripilante que prefiero creer que es una invención de los yankees. De todos
modos manteneme informada.
Último
flash: Susana está embarazada. Te confieso que me muero de envidia.
Espero
que la longitud de esta carta me redima de la indiferencia a la que te sometí. Bien sabés que, a pesar de todo, sos mi favorita única hermana.
Laura
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