miércoles, 27 de mayo de 2015

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30/3/80
Querida Claudia:
Perdoname la borrada. Podría buscar y encontrar mil razones muy creíbles para justificarme. Pero hay una única verdad: no te escribí porque soy feliz. O para sonar menos a telenovela: estoy feliz. Entonces no necesité escribirte. Suena injusto, ¿no?
Los días que me están tocando no pertenecen a mi historia. Temo que en cualquier momento se descubra el error, que el director me chiste y que me asigne el personaje que me corresponde. Este se lo robé a otro, a otra.
Siempre supe ser mujer enamorada pero recién ahora estoy aprendiendo como vive una mujer querida. Me voy dando cuenta de que no hace falta hacer nada, que no tengo que proponerme conductas heroicas, ni hacer regalos, ni escribir poesías. Parece que el secreto consiste en SER. Como ya me lo ha señalado Raúl.
Luis me dice a cada rato ¨¿No podés quedarte un poco quieta?¨. Y como ya me caló bastante ¨Relajate, dejá de actuar¨. Como si fuera tan fácil. Porque cuando no me deja usar el arsenal de recursos aprendidos y aplicados durante siglos y años no sé qué hacer.
Hemos estado tres días seguidos metidos dentro de casa sin siquiera vestirnos, sin cocinar, comiendo como los chicos a cada rato. Llevándonos la lata de galletitas a la cama. Sin atender el teléfono, sin mirar televisión, sin leer. Dejándonos estar, solamente. De a ratos charlando. De a más no haciendo nada. Y esto no cabe en mi historia (¿viste que te lo decía?): Laura haciendo nada. Dejándose querer. Y queriendo.
Conocí su casa. No sabés cómo me sorprendí sabiendo cómo es él. El desierto viviente. Una cama doble, una mesa y dos sillas. Nada más en dos ambientes. Ni un cuadro, ni una planta. Parece mentira que hubiera vivido allí, durante tres años, una mujer. No dejó huellas. Pero me temo que sí en él. No puedo preguntárselo porque nuestro pasado afectivo es tema tabú. Luis me pidió, en forma expresa, que no le contara nada de mi vida sentimental. Dijo que aunque no lo parezca (y no lo parece) es celoso en extremo. Retrospectivamente también. Tiemblo pensando que encuentre rastros de mi historia. Escondí en el fondo de un cajón las fotos y las cartas. Pero no pude tirarlas. Además, ¿quién me garantiza cuánto durarán nuestros días en común? No te preocupes que sigo con los pies sobre la tierra, a pesar de los frecuentes viajes al espacio que nos proporcionamos.
Voy a trabajar como una autómata. En cuanto me separo de él siento la necesidad de verlo nuevamente. En la piel. Pobre Verónica, ya estará harta de escucharme nombrarlo.
Nos vemos casi todas las noches. Más en casa, menos en la de él. Una vida de gitanos, siempre con la ropa a cuestas. Pero ¡ojo!, no me quejo. Disfruto hasta de los acarreos.
Me encanta llegar antes que él y preparar la cena. Como jugar a las muñecas. Me compré dos libros de cocina. Luis no deja de sorprenderse ante cada nueva receta. Y de decírmelo. Todo me festeja. Sospecho que no ha sido muy atendido ni muy mimado. Yo tampoco. Por eso creo que lo disfrutamos juntos.
De todos modos, cada día es independiente del anterior y, en consecuencia, cada uno tiene que ser planificado. Confirmar si nos veremos o no. En fin, nada de compromiso. Mal que me pese.
Veo que tu historia no se aparta demasiado de la mía. Persevera y triunfarás. Perseveremos y ¿triunfaremos?
Ahora temas de actualidad. No te podés imaginar el calor que hace. Hasta suspendieron las clases. Después de cenar Luis y yo solemos tomar un helado sentados en la plaza de Córdoba, más poblada por insomnes acalorados que un domingo por la tarde. Tu departamento es un horno, atributo que supongo bien recordarás.
Anoche fui a cenar a lo de papá (Luis tenía reunión con los compañeros de la secundaria, o al menos eso fue lo que me dijo). Se compró un televisor color. Está contento como chico con juguete nuevo. A pesar de que con el cierre del BIR perdió un plazo fijo por una cifra que ni quiso confesarme.
Me dejó helada tu comentario sobre las versiones que por allí circulan sobre la existencia de ¨campos de concentración¨ en el país. La sola idea me resulta tan horripilante que prefiero creer que es una invención de los yankees. De todos modos manteneme informada.
Último flash: Susana está embarazada. Te confieso que me muero de envidia.
Espero que la longitud de esta carta me redima de la indiferencia a la que te sometí. Bien sabés que, a pesar de todo, sos mi favorita única hermana.

                                                                                           Laura

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