lunes, 4 de mayo de 2015

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3/12/79
Querida hermana:
Estoy de lo más deprimida: ya van dos jueves que Luis no aparece por el taller. Dice estar enfermo. No sé si creerlo. Me resulta más natural asimilar su ausencia a mi repetida historia de abandonos. Podría haberme llamado por teléfono, tiene mi número. Pero no lo hizo. Y, contrariando mis hábitos, yo tampoco lo llamé para ver cómo estaba. Y pucha si me costó.
En realidad nunca pasó nada entre nosotros. En consecuencia, no tengo nada para reprocharle. Sí para desilusionarme.
Por suerte a fin de mes debo rendir la materia que me quedó colgada para sacar la matrícula: toxicología. Enganché con una excompañera para estudiar. Se me hace más llevadero. Pedí licencia. Verónica se ocupará de lo imprescindible.
Mamá recibió tu carta. Estaba contenta. Por la carta y por las noticias que traía. Me la mostró. Hacía mucho que no leía una carta tuya dirigida a otra persona. Qué extraño. No te reconocí. Hasta la letra me pareció diferente. Me gustás más como hermana que como hija. Definitivamente.
Sigo disfrutando del dibujo. Me alivia y vaya si lo necesito. Porque las letras se me siguen resistiendo. O yo a ellas, no sé bien. Por momentos siento nuevamente las ganas imperiosas de escribir, pero en cuanto me encuentro frente a una hoja en blanco me paralizo. Mente en blanco también. ¿Si probara con papel de color?
Me preocupa no haber recibido carta de Raúl. Querrá ahorrarse el mal rato de tener que criticarme el cuento que le mandé.
Como podrás comprobar no estoy en uno de mis mejores días. ¿Seguimos charlando en otra oportunidad?
Te quiere

             Laura

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