lunes, 18 de mayo de 2015

37

1980

15/1/80
Querida hermana:
Luis reapareció. Ayer, cuando mi esperanza estaba sucumbiendo y mi autoestima había alcanzado sus niveles más bajos, me llamó.
Le pregunté cuándo había regresado (no puedo con mi genio controlador por más que me lo proponga). Cando me contestó que el día 2, no supe si ponerme contenta por el llamado o sufrir por los doce días  en que no necesitó hacerlo. Opté por lo primero que me resultaba más útil.
A la noche nos encontramos, nuevamente, en el centro. Fuimos a comer (no pizza esta vez, además suspendí la dieta porque adelgacé un montón). Caminamos y recorrimos librerías de viejo. Regresamos a casa. El ascensor andaba pero el resto fue igual. Yo diría que aun mejor. Me doy cuenta de que hay cosas que me cuesta contarte. O que no quiero contarte. Ni a vos ni a nadie. En fin, todo anduvo bien. Se quedó a dormir. Esta mañana desayunamos juntos café y tostadas. Me pareció un sueño. Quedó en llamarme, vamos progresando. Hasta confío en que lo hará.
Vive solo. Hace un par de meses que se separó de una piba, después de tres años de convivencia. Me imagino que no debe de tener muchas ganas de comprometer su libertad rápidamente. Será cuestión de actuar con cautela. Si es que me da la oportunidad.
Mamá está bien, pero yo mucho no la banco. No sé cómo hubiera hecho para seguir viviendo con ella. Desde ese punto de vista, tu partida me sirvió. En todo lo demás te aseguro que no. Te extraño.
Me gustó tu carta. Se te escucha bien. No hay como tener un hombre al lado. Pero digámoslo despacito para que no nos escuche nuestra propia porción feminista.
Me tomo vacaciones en febrero. Todavía no decidí adónde ir. Ni con quién. Por motivos obvios.
Que siga la buena racha, hoy por las dos compartida.
Crucemos los dedos.

                            Laura

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