23/6/80
Querida
Claudia:
La
falta de noticias tuyas está empezando a darme un poco de bronca. ¿Tan bien
estás pasándola que no tenés un ratito para escribirle a tu hermana? No pasa un
día sin que algo me haga recordarte. Y me haga extrañarte. No termino de acostumbrarme
a esta distancia.
Noticia:
he reincidido en la literatura. Ayer fui a un taller de una tal Cecilia Kaplan,
que dice ser escritora. Me dedicaré a revolver librerías para ver si encuentro
algo suyo. Esta vez el planteo no tiene nada que ver con la búsqueda de
relaciones. Con Luis estoy bastante bien, en proceso de estabilización.
Te
cuento. Leí un aviso en el diario y, aunque no lo tenía en mis planes, me
impactó. Decidí ir. La mayor parte de la gente es muy joven, casi adolescentes,
así que me siento medio rara. Se leyeron dos trabajos (bastante malos, por
cierto). La crítica, liviana. Marcaron unas cuantas posibles correcciones. Yo
no quise abrir la boca porque no tenía nada bueno para decir y me pareció
chocante incorporarme a un grupo ya funcionando, jugándola de mala.
Cecilia
me preguntó si ya había estado en un taller. Contesté que no. No mentí porque
ahora más que nunca me doy cuenta de que el de Raúl no fue un taller. No me
preguntes qué era porque eso todavía no pude descubrirlo. Sugirió que llevara
algo escrito por mí la próxima semana.
Tengo problema de conciencia: los cuentos que
escribí con Raúl, ¿son míos?, ¿tengo derecho a presentarlos como propios? ¿Qué
opina mi hermana tan sensata?
Ayer
fui a cenar a lo de papá para festejar su cumpleaños. Luis me fue a buscar,
vamos progresando. Se notó tu ausencia. Sobre todo cuando llegó el turno de la
generala.
Escribime
pronto, remolona.
Te
quiere.
Laura
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