lunes, 29 de junio de 2015

55

18/11/80
Claudia:
Todavía estoy reponiéndome de la noticia. No puedo creer que en menos de un mes estarás por acá. Ya sé que es porque después habrá años por delante pero prefiero pensar en el ahora.   
Por suerte encontrarás tu departamento desocupado porque sigo establemente instalada en el de Luis. Aunque no me hago ilusiones eternas, casi podría garantizarte que para un mes más da nuestra relación. De todos modos trataré de portarme mejor que de costumbre. O sea: no controlarlo, no reprocharle, no asfixiarlo. Y cada vez me cuesta más. Será porque me siento más segura.
Postergaremos el festejo del cumple de mamá (ya postergado por mi viaje) para que puedas estar con nosotros.
Estoy tejiendo a todo motor porque en unos días nacerá el hijo de Susana. Seré la madrina.
Ya no creo que te escriba, así que, ¡hasta Ezeiza!
                                                                         Laura


viernes, 26 de junio de 2015

54

29/10/80
Querida hermana:
Ya de regreso retomo el diálogo. Gracias por tu carta que me aguardó en Madrid. La necesitaba. A esa altura mi depresión estaba en altos niveles.
Llegué a Ezeiza presintiendo que no lo encontraría a Luis. Estuvimos un buen rato en la aduana y mis nervios de ese momento apaciguaron los sentimentales. No sabés lo que fue preparar las valijas. Cuando regresamos a Madrid nos alojamos en la casa de unos tíos de Verónica. Ese fue nuestro cuartel general para tratar de acondicionar el equipaje. Como nos ajustamos muchísimo con los gastos, nos quedó más dinero de lo que pensábamos para hacer compras. Cuando juntamos bolsas, bolsitas y bolsones entramos en pánico. Eso era intransportable. Por peso, por volumen, por franquicia.
Verónica compró un equipo de audio (chatísimo, eso sí) y yo una bandeja Akai y una máquina de escribir eléctrica portátil que estoy estrenando y que, para desesperación de mi parte, acabo de descubrir que tiene teclado francés, imposible saber dónde está cada letra. Eso era lo prohibido. El resto no, pero sí pesadísimo y voluminoso. Verónica pudo comunicarse con Antonio (trabaja en Aerolíneas) que le prometió conseguir un amigo para aliviar el trámite aduanero. A tal efecto dejamos reservados los verdes que Antonio sugirió ofrecerle por el ¨favor¨. Hasta que no llegamos a Ezeiza ignoramos si estaría el tal señor. Afortunadamente estaba.
La consigna de Antonio fue esconder el material de audio. ¿Te das una idea de lo que fue meter adentro de las valijas bandejas, parlantes y sintonizadores? La tía de Verónica nos decía que estábamos locas, que nos iban a descubrir y que, además, iba a llegar todo roto. Era nuestra única opción así que embalamos todo lo mejor que pudimos. Otra de mis adquisiciones: un acolchado para cama camera. No sé cómo logré plegarlo dentro de mi bolso de mano. Cuando, ya en casa, lo abrí, podría decirte que, literalmente, erupcionó. Luis no podía contener la risa ni explicarse cómo había conseguido meterlo. La necesidad obliga.
Yo llevaba la máquina de escribir en la mano. La valijita es bastante discreta pero pesa como mil kilos. Sentía que mi columna se quebraba mientras ponía cara de transportar un paquete de plumas.
Acorto. Encontramos a nuestro benefactor, le dimos cien dólares que todavía estamos llorando, y pasamos sin que nos abrieran ni un bolso. No éramos las únicas en esas condiciones. Impresionante lo que traía la gente. Si les hubiera cabido la torre Eiffel en la valija, seguramente la traían como souvenir.
Salimos de la aduana. Una multitud se empujaba. Primero descubrí a Edgardo y Graciela (habían ido con Patricia). En segunda instancia vi a mamá; recién al rato a otros amigos. De Luis ni la sombra. Estaba por ponerme a llorar cuando escuché que Graciela decía: ¨¿Pero dónde se metió Luis?¨. El alma me volvió al cuerpo. En el minuto siguiente sentí que me abrazaban desde atrás. Era él ¡Qué emoción, Claudia, qué emoción! Se había afeitado la barba y estaba buenmocísimo. Él también pensó que yo no venía en el pasaje.
El reencuentro fue muy hermoso. Le conté de mis temores y me confesó los suyos. Estoy viviendo entre nubes. En pleno idilio.
Encontré la casa esperándome. Flores sobre la mesa y un paquete arriba de la cama: una cadenita de oro. Mejor imposible. Todavía no pisé la clínica. Luis tampoco fue a trabajar. Esto me recuerda nuestros primeros días de encerronas.
Todo es un bochinche. Ropa limpia y sucia, postales, fotos, libros, chocolates y regalos por donde mires. Un caos. Pero no me preocupa en lo más mínimo. Hasta me divierte.
Hasta pronto, hermana. Soy feliz.

                                             Laura

miércoles, 24 de junio de 2015

53

Viena 15/10/80
Querida hermana:
Recién hoy me pongo a escribirte. En la primera parte del viaje invertí las escasas fuerzas que me quedaban al llegar la noche en dedicarme a Luis. Ya no lo hago porque las cartas llegarían después que yo. Entonces ahora me dedico a mi hermana. No te pongas celosa por el orden de prioridades. Sé que me entendés, ¿verdad?
Te cuento. En las Jornadas me fue muy bien y disfruté mucho recorriendo de nuevo Madrid. Hermosa, hermosa, hermosa. Me acordé mucho del viaje que hicimos juntas con papá. Pero en cierto modo creo que fue un desperdicio. Pienso en la cantidad de tiempo (y plata) invertido en frecuentar restaurantes finísimos y en hacer compras. Ahora veo las cosas con otros ojos, intento conocer a la gente, su historia, su cultura. Estamos viviendo ¨ascéticamente¨. Siempre le digo a Verónica que trabajamos de turistas con toda seriedad. Cada noche nos dedicamos a planear las actividades del día siguiente minuciosamente, para aprovechar al máximo el tiempo, y a leer cuanta guía cae en nuestras manos, que nos informe sobre lo que vamos a ver. Estudiamos. Dormimos en los lugares más baratos que encontramos (algunos verdaderamente lamentables, por cierto) y comemos lo imprescindible. Es rarísimo que lo hagamos ¨afuera¨. Regresamos al hotel para prepararnos algo en la pieza o nos llevamos sandwiches si los itinerarios son más largos. Creo que se nos fue un poco la mano. Hace un par de días empezamos a sentirnos mal, mareadas. Lo atribuimos al cansancio pero como los síntomas persistían llegamos a la conclusión de que teníamos baja la presión. ¿Sabés por qué? Nuestra dieta es a base de frutas y galletitas. Casi sin sal. Para colmo, desde que estamos en Viena, decidimos invertir el dinero destinado a comida solo en la exquisita repostería local. Hoy, cuando fuimos a tomar un café, sustrajimos dos sobrecitos de sal y la ingerimos cual si fuera una droga. Sugestión o no, al rato estábamos como nuevas. Decidimos incluir fiambres y salchichas en nuestra dieta.
Estando en Madrid, visitamos Ávila, Segovia y Toledo. Fui al zoológico. Vi dos osos pandas. No te imaginás lo que son. Muñecos de peluche. Divinos. Visitamos el Museo del Prado y el de Arte Contemporáneo. Maravillosos. También hicimos algunas comprillas en El Corte Inglés y en Galerias Preciado.
París me deslumbró como siempre. El día que llegué me caían las lágrimas cuando caminaba a lo largo del Sena. Fuimos a la catedral de Notre Dame, a la Saint Chapelle, al Arco del Triunfo, a la Torre Eiffel, al centro George-Pompidou, a la tumba de Napoleón, al Louvre. Me enloquecí con el  Musée Rodin. Recordé lo que me había sucedido en Florencia ante,  el primer Miguel Ángel: un descubrimiento de la escultura, vedada hasta entonces para mi sensibilidad artística.
Ginebra me pareció deliciosa. La ciudad de la armonía, del equilibrio, de la elegancia, del silencio. No sé si podría subsistir en medio de tanto orden. Probablemente mi sangre latina se rebelaría, pero como lugar de descanso resulta incomparable.
Y aquí estoy en Viena. Disfrutando muchísimo a pesar de estar aterida. No creí que existiera tanto frío junto. Frío acumulado durante siglos. Me encanta esta ciudad. Fuimos a un museo que no habíamos visitado en el viaje anterior. Quedamos fascinadas por Klim y Schiele.
Siento que estoy más madura, que puedo apreciar de otra forma el arte, la pendiente de las montañas. Nos gusta sentarnos en un bar, solo para ver pasar la gente, para observar la ropa, los rostros, las costumbres.
A otro terreno, ahora. Extraño una barbaridad a Luis. Al principio lo sobrellevé bastante bien y me ayudaba escribirle. Hace como una semana que no logro hablarle por teléfono. Un par de veces conseguí comunicación y no estaba, cosa que me alarmó bastante ¿Por dónde andará? Pero lo que me deprimió infinitamente fue no encontrar correspondencia en mi poste restante de Viena. Culpa del correo no es porque Verónica recibió carta de Antonio. Me quedé angustiada. Con malos presentimientos. Sé que es absurdo pero quisiera adelantar mi regreso. Absurdo porque me quedaría sin el pan y sin las tortas. Me siento ridícula por todas las cartas que le escribí.
Trataré de reponerme y de recuperar mis ganas de disfrutar toda esta maravilla que se me ofrece. De últimas, Europa sobrevivirá a todos nosotros.
Muchos besos cansados. Si no escribo antes, ¡feliz cumpleaños!
                                                                                             Laura


lunes, 22 de junio de 2015

52

26/9/80
Claudia:
Ya estoy casi con un pie en el avión y, por supuesto, con la lengua afuera. ¿Existiré el no dejar todo para último momento?
Te escribo solo unas líneas para interiorizarte de mis planes. Salgo mañana y regreso a fines de octubre. Haremos Madrid, París (¿te acordás de nuestro viaje de adolescentes?), Ginebra (en el 78 tuvimos que suspender la visita), Viena (ciudad que nos enamoró a Verónica y a mí), Milán y los lagos del norte de Italia.
Podés escribirme a poste restante a Madrid, a París y a Viena.
Estoy bastante tranquila y tratando de saborear mis últimos ratos con Luis. Creo que me costará bastante la despedida.
Chau, hermana. Te mando un último beso porteño.
                                                                            Laura


viernes, 19 de junio de 2015

51

15/9/80
Querida hermana:
Perdoname la demora pero estuve corriendo de aquí para allá: pasaporte, pasajes, equipaje, etc., etc.
Estoy entusiasmadísima y bastante relajada en cuanto a mi temor por Luis. Será por la colaboración que me está brindando en la organización del viaje.
Además estoy trabajando a toda máquina para terminar un par de experimentos que quiero incluir en mi presentación. Cruzá los dedos para que salgan bien.
El itinerario no está del todo definido. Sacamos el Eural Pass, lo que nos permitirá movernos con libertad por toda Europa y cambiar de planes sobre la marcha. Será un viaje no convencional en donde, fundamentalmente, nos proponemos conocer mejor lugares que ya vimos. Lo único nuevo en danza serían los lagos del norte de Italia que ambas, fascinadas por un folleto que vimos, coincidimos en visitar. El resto: puntos salpicados.
Sigo intentando convencer a Luis de que me acompañe. Él no conoce Europa y esta, aparte de mi compañía, sería una buena oportunidad porque podría conseguirle el alojamiento gratis en Madrid y regiría la tarifa aérea preferencial. Por otro lado, me asusta la idea de que viaje. Verónica es una garantía como acompañante y si él fuera todo sería distinto. De todos modos estas son elucubraciones mías porque él, desde el principio, resolvió no ir. Y sigo estando segura de que no es solo por el trabajo.
Estoy organizando una reunión para los setenta de mamá. Le daré la sorpresa de que ese día le toquen el timbre hermanas, primas, sobrinas y compañeras del colegio. Cada una llevará algo y yo me encargaré de las bebidas y de las infusiones. Creo que se pondrá contenta. Y lo va a necesitar porque supongo que no ha de ser nada fácil asumir esa cifra. Vos, ¿nunca vas a estar?
Me enojé.
Besos pero pocos.

                       Laura

miércoles, 17 de junio de 2015

50

27/8/80
Claudia querida:
Resolución tomada: me voy a Europa.
Estuve pensando, meditando, reflexionando y calculando. Mi filosofía general de vida sostiene que en este mundo hay que tratar de perder la menor cantidad de cosas pasibles de ser vividas.
Lo primero que necesitaba definir dentro de mí era qué pesaba más: mis ganas de irme o mis ganas de quedarme. Me pareció cobarde no hacer el viaje por miedo de perderlo a Luis. Si Luis es perdible por un mes de alejamiento entonces nuestra relación no sirve para nada y es mejor concluirla de una vez por todas. Parezco muy convencida pero en realidad no lo estoy tanto. Por otro lado, si el vínculo con él naufraga y yo no me permití hacer este viaje, nunca me lo voy a perdonar. En fin: pesaron más mis ganas de ver mundo que mi miedo.
Resuelto el juego de mis deseos me quedaba solucionar el  económico. Fue más fácil de lo pensado. Cuando le comenté a papá mi proyecto y sin que yo le pidiera nada (te lo digo para tranquilizar mi conciencia e incrementar tus celos) me ofreció una suerte de préstamo que yo le iría devolviendo a medida que pudiera. Acepté.
Verónica también consiguió la plata y la autorización para alejarse. Ahora nos resta planear el itinerario.
Te escribo en cuanto lo defina.
Muchos besos.

                    Laura

lunes, 15 de junio de 2015

49

20/7/80
Querida Claudia:
¡Noticia bomba! El Dr. Giménez nos propuso a Verónica, a Alejandro y a mí presentar nuestros respectivos trabajos en las Jornadas Hispano-Argentinas de Medicina que se harán en Madrid en setiembre. Sí, oíste bien: ¡dentro de dos meses!
La cuestión es la siguiente: Giménez está en el Comité de Organización. Desde principio de año sabíamos que él presentaría alguna de nuestras conclusiones en el congreso. Pero surgió una variante: el Comité de Organización español ofreció cinco becas para jóvenes y pobres investigadores, consistente en hacerse cargo del cincuenta por ciento del pasaje y de la estadía en Madrid mientras duren las ponencias.
¿En quién te imaginás que pensó Giménez? Acertaste: en Alejandro, en Verónica y en tu hermana.
Esto pasó hace dos días y hace dos noches que casi no duermo. Mis motivaciones económicas y sentimentales no dejan de pelearse con las científicas y turísticas.
En setiembre del año pasado (antes de conocer a Luis) Verónica y yo abrimos una cuenta en caja de ahorro especial en el banco donde cobramos y ambas nos comprometimos a depositar el diez por ciento del sueldo, antes de retirarnos de la ventanilla. Yo pensando en comprarme un Fitito usado, Verónica, en remodelar su depto. Cuando Giménez elevó la propuesta nos miramos y nuestros pensamientos se dirigieron al unísono al mismo lugar: la caja de ahorro.
Ayer estuvimos averiguando precios y haciendo cuentas. Lo que tenemos ahorrado nos alcanzaría para pagar el resto del pasaje y para sacar un Eural Pass. Restaría mantenernos durante el viaje. Este es el primer aspecto a considerar: ¿estoy dispuesta a invertir mis únicos ahorros?, ¿cómo conseguiré el resto del dinero?
El segundo es el sentimental y nuevamente mi historia corre paralela a la de Verónica. Me muero de miedo de dejarlo solo a Luis por un mes y la relación de ella con Antonio tampoco es firme. Él es separado, tiene un chico y solo hace un par de meses que están juntos.
Ahora los puntos positivos. En cuanto al científico, poco que decir: resulta obvio que la presentación sería importante para nuestras carreras. Pero sobre todo el turístico. En el viaje que hicimos en el 78, también para las Jornadas en España, demostramos ser excelentes compañeras de ruta. Resulta curioso que alguien que no es mi mejor amiga, que ni siquiera es mi amiga íntima, pueda resultar la óptima compañera de viaje. Disfrutamos la experiencia anterior una barbaridad y nos quedamos con ganas de ver y rever tantas cosas que nos prometimos repetir. Pero también es cierto que en ese momento ambas estábamos solas. Mejor dicho: mal acompañadas (¿te acordás de Eduardo?). O sea que alejarse hasta era saludable.
Anoche me animé y se lo comenté a Luis. Me dio su total apoyo (¿querrá librarse de mí?). Hasta me ofreció los dólares que pudieran hacerme falta.
No sé qué hacer. Estuve tratando de convencerlo de que viniera conmigo, él no tiene problemas económicos. El trabajo es el obstáculo, aunque estoy segura de que no es el único. Quedó pendiente la posibilidad de hacer un viaje juntos en enero.
Voy a ver si esta noche consigo dormir. A lo mejor en sueños se me aparece la resolución más correcta.
Mi hermana, ¿qué opina?
Besos indecisos.
                      Laura

viernes, 12 de junio de 2015

48

3/7/80
Hermana:
Por fin noticias tuyas. La sensación fue doble: alegría y tristeza. Me alegra la renovación del contrato, porque lograste lo que querías, pero se demora aún más tu retorno.
¿Te acordás cuando éramos chicas en la casa de la calle Arengreen? Tu casa era el cuartito de la plancha y la mía la prefabricada de la terraza. Jugábamos a que vivíamos en distintos países. Leopoldo nos hacía de mensajero llevando en la boca las cartas. Costaba leerlas porque llegaban bastante mojadas pero a falta de mejor cartero… Todavía guardo alguna. Nos vino bien el precoz ejercicio.
Bueno, hermana, volvamos a 1980.
En mi carta anterior te conté que había empezado un taller literario. En esta te comunico que lo he concluido.
De acuerdo a lo sugerido por Cecilia, revisé el material que tenía. Leí mis cuentos tratando de entenderlos obviando las consignas dadas por Raúl. Elegí uno sobre una chica que descubre que su hermana no es su hermana. En fin, no importa la historia. Lo que sí importa es que me pidió que lo leyera.
Fue un momento difícil. Se me sacaba la boca cada dos frases y me equivocaba una palabra de cada cinco. Llegué al final agotada y con la remera empapada.
Cuando Cecilia preguntó qué les parecía, hubo unos minutos de silencio tirante. Después,  casi simultáneamente, varios dijeron que les había gustado. Otro, que lo había impactado. Resumo la situación: la opinión inicial fue buena. Parecían impresionados.
Cecilia me preguntó cuántos años tenía la chica. Me quedé desconcertada. La verdad es que no lo sabía. Raúl no me lo había dicho. ¨Diez años¨, arriesgué. ¨Porque a veces habla como nena y otras como adolescente¨, comentó.
Luego esbozó una crítica sobre el manejo del tiempo en lo que llamó ¨diálogo interior¨. A medida que ella iba hablando todos empezaron a notar montones de cosas que estaban mal, que no eran creíbles, etc, etc.
Se me tiraron todos encima como perros salvajes. No podía ni defenderme de la rabia que tenía. Recordaba los bodrios de la semana anterior y la condescendiente actitud general. No quise pronunciar una sola palabra porque temía ponerme a llorar. Por suerte llegó la hora de la partida. Agarré mis papeles y salí volando para no tener que hablar con nadie.
A la salida me encontré con la sorpresa de Luis esperándome. Los astros lo habían mandado. Casi corrí llorando hacia él. Se asustó, no entendía qué me había pasado. Fuimos a tomar un café e intenté contarle entre sollozos. Me dijo:
-Estás completamente loca; vos sabés que tus cuentos son buenos pero es probable que haya errores, vos también podés cometerlos y corregirlos.
Para qué. Me puse más furiosa todavía. Casi le grité que no iba a volver más. ¨Peor para vos¨, me contestó.
No voy a volver jamás. No lo pude soportar. No puedo ni soportar el recuerdo de todos creyéndose con derecho a disecar mi cuento. ¿De qué se la dan? Me gustaría saber qué es capaz cada uno de ellos de escribir.
Capítulo cerrado.
Lo demás, bien. Buena racha con Luis. En la clínica progresando mucho. El Dr. Giménez esbozó la posibilidad de ir en patota a un congreso que se hará en España a fin de año. Ni considero la posibilidad.
Tengo que salir y aprovecharé para ir al correo.
Chau, hermana.

                         Laura

miércoles, 10 de junio de 2015

47

23/6/80
Querida Claudia:
La falta de noticias tuyas está empezando a darme un poco de bronca. ¿Tan bien estás pasándola que no tenés un ratito para escribirle a tu hermana? No pasa un día sin que algo me haga recordarte. Y me haga extrañarte. No termino de acostumbrarme a esta distancia.
Noticia: he reincidido en la literatura. Ayer fui a un taller de una tal Cecilia Kaplan, que dice ser escritora. Me dedicaré a revolver librerías para ver si encuentro algo suyo. Esta vez el planteo no tiene nada que ver con la búsqueda de relaciones. Con Luis estoy bastante bien, en proceso de estabilización.
Te cuento. Leí un aviso en el diario y, aunque no lo tenía en mis planes, me impactó. Decidí ir. La mayor parte de la gente es muy joven, casi adolescentes, así que me siento medio rara. Se leyeron dos trabajos (bastante malos, por cierto). La crítica, liviana. Marcaron unas cuantas posibles correcciones. Yo no quise abrir la boca porque no tenía nada bueno para decir y me pareció chocante incorporarme a un grupo ya funcionando, jugándola de mala.
Cecilia me preguntó si ya había estado en un taller. Contesté que no. No mentí porque ahora más que nunca me doy cuenta de que el de Raúl no fue un taller. No me preguntes qué era porque eso todavía no pude descubrirlo. Sugirió que llevara algo escrito por mí la próxima semana.
Tengo  problema de conciencia: los cuentos que escribí con Raúl, ¿son míos?, ¿tengo derecho a presentarlos como propios? ¿Qué opina mi hermana tan sensata?
Ayer fui a cenar a lo de papá para festejar su cumpleaños. Luis me fue a buscar, vamos progresando. Se notó tu ausencia. Sobre todo cuando llegó el turno de la generala.
Escribime pronto, remolona.
Te quiere.

                 Laura

lunes, 8 de junio de 2015

46

18/5/80
Querida hermana:
Supe de vos por mamá. Me alegro de que todo esté en orden a pesar del silencio al que me estás condenando.
Por aquí, bastante bien. Mi relación con Luis progresando a pesar de las idas y venidas. No es nada fácil convivir. Mi avidez de cariño hace que sobrelleve la experiencia con alegría, pero Luis es visceralmente resistente al compromiso y cada tanto, creo que hasta a propósito para que no me queden dudas al respecto, se encarga de mostrarse distante o fastidiado, cosa que me hunde en la desesperación más profunda, de la que salgo al menor gesto de ternura de su parte.
Mi carta anterior la despachó Adriana que se fue a vivir a tus pagos, siguiendo a su ¨novio¨ becado. Parece que mi destino es que la nación del norte se coma a mi gente más querida. ¿Te llegó?, la carta, digo.
Estoy hecha toda una ama de casa. Lavo y plancho porque Luis no quiere que nadie venga a limpiar. Felisa sigue yendo a tu depto cada tanto, para mantener todo en condiciones. No te asustes, podés regresar en cualquier momento.
Hoy es el cumpleaños de Luis. Estoy preparando una torta y pienso sorprenderlo con las treinta velitas. Después iremos al cine a ver ¨Desde el jardín¨. Espero no desilusionarme, el libro me encantó. Le compré un pantalón de corderoy y ¨Las palabras¨, de Sartre. Me impresionó mucho enterarme de su muerte justo al día siguiente de haber elegido el libro.
Te dejo porque siento un sospechoso olor a quemado.
Besos.

       Laura

viernes, 5 de junio de 2015

45

14/5/80
PARA TUS 27, ADRIANA, HOY QUE ESTAS LEJOS

Que manera de rodar las cosas
                                 la gente
                                 el tiempo.
                              y el espacio.
Otro mayo, Adriana,
hoy  mi mano escribe letras
pero mis ojos no verán
a los tuyos tomándolas.
Y siento que,
definitivamente,
volaron aquellas que soñaron
con el príncipe azul de la ventana,
y vinieron a ocupar su sitio
dos mujeres,
más crecidas,
igual de ilusionadas.
Estás allí, Adriana,
luchando por tu vida
que por fuerte,
elegiste.
Jugada por tu hombre,
no el príncipe de tantas noches de charla.
Tu hombre.
Y yo,
Adriana,
de este lado,
más al sur,
luchando por mi vida
tan próxima y distinta.
Jugada por mi hombre,
tampoco el azul de la ventana.
Mi hombre.
Y a través de esta flamante distancia
quiero que sepas
que estoy allí
dándote fuerzas,
y que te siento aquí, en mí,
porque crecimos juntas,
porque te llevo adentro
en lo que soy
que no sería
sin tantos 20
de saberte cerca

en la puntual hora de esta pausa.

miércoles, 3 de junio de 2015

44

3/5/80
PARA LUIS, CON MAS CANSANCIO

Cansancio.
Y el cansancio es la excusa
para cerrar los ojos.
Todo sonido ausente,
o sea,
puedo inventarme una atmósfera propia,
un aire próximo y particular
que sabe a oscuridad
y a este lento y pesado silencio
que amodorra la sangre
y reaviva la capacidad
de percibir
el hoy.

Cansancio.
Y fruto de este cansancio,
inexorable y total,
la repentina posibilidad
de contemplarme.
El esfuerzo
de reconocerme en el cambio.
Aquí estoy.
Soy yo
porque me sé de siempre.
Si no,
dudaría

de ser la dueña de esta vida.

lunes, 1 de junio de 2015

43

27/4/80
PARA LUIS, CON CANSANCIO

Cansancio.
La alegría del cansancio de un domingo.
Redondo
de tanto y tanto sol.

Aquí estoy,
gozando del blando tamaño de tu cama,
de Mozart,
del ruido de tu chapoteo de chico en el baño.

Estoy cansada y contenta.
Cierro los ojos
para esperar el ruido de tus pasos,
para esperar tus labios,
para sentir
que,
pese a todo,
hoy
que es domingo
que ya rueda y ya se escapa
estamos juntos,
amor.