18/10/79
Claudia:
Al
volver de la clínica encontré bajo la puerta un sobre. Me extrañó recibir de
nuevo noticias tuyas. Cuando me agaché reconocí la letra: Raúl Correa. Se me
paró el corazón. Pero lo tomé con tanta calma que preparé café antes de leerla.
Para saborear juntos el café, la carta y la espera. Valió la pena, era una
carta para disfrutarla. No sé cuántas veces la leí. Lo que tampoco sé es por
qué necesito que vos leas estas cartas. No me ha pasado antes. Es todo tan
irreal que preciso testigos. Testigos lejanos y queridos como vos.
¿Cómo
explicarte lo que sentí al saber que ese cuento escrito cerrando los ojos (¿te
acordás que te conté?) era uno de los más bellos que él había leído? ¿Cómo
explicarte mi pánico al recibir la dirección de un editor? Yo que ya no soy
capaz ni de agarrar un lápiz. Y mi orgullo a pesar de todo.
Crece
mi confusión porque cuando leo sus cartas siento que podrían haber sido
escritas por mí. Solo hubiera necesitado que él me dijera qué quería decir.
Como antes. ¿O es que ahora él escribe lo que sabe que yo deseo oír?
Creo
que me estoy volviendo un poco loca.
Chau,
hermanita, no quiero seguir divagando.
Todos
los besos.
Laura
No hay comentarios:
Publicar un comentario