viernes, 16 de octubre de 2015

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14/7/89
Querida hermana:
Aquí estamos. Cada vez peor. No sé cómo explicarte lo que estamos viviendo en estos pocos meses desde que te fuiste. Hace un par de días que planeo escribirte pero estuve tan deprimida que ni ganas me quedaron. Menem ya asumió y las cosas no solo siguen igual sino peor.
¿Estás preparada para los nuevos anuncios? La nafta subió cinco veces, los servicios públicos casi seis, el colectivo cuesta 70 australes y el subte 90. La leche 110, la yerba 900  así y así. No sé cómo resistiremos. Creo que si a un contingente de suizos lo dejaran una semana aquí terminaría tirándose en masa desde el Sheraton.
Hoy, en terapia, me dediqué a enumerar todas las cosas que he tenido que ¨resignar¨ (para emular al pobre Alfonsín) en estos últimos tiempos. ¿Te cuento?
1)      María en colegio del estado (aunque ideológicamente estemos de acuerdo ni siquiera pudimos reflexionar sobre otras opciones).
2)      Medicus (desde hace un mes padecemos los médicos municipales que te atienden cronómetro en mano luego de un par de horas de espera).
3)      Los pañales descartables (con mi tercer hijo, a pocos meses de dejar de usarlos, usé el primer pañal de tela de mi historia de madre).
4)      El diario (deprime levantarse y no encontrarlo debajo de la puerta).
5)      Reduje mi terapia (este debe ser el único país del mundo en el que en lugar de hacer tres sesiones por semana se hacen dos por mes; Freud debe de estar revolviéndose en la tumba).
6)      La leche larga vida (nueva rutina de hervir la de sachet que, fatalmente, se vuelca sobre la hornalla todas las mañanas).
7)      Las esperas con café (cuando tengo que hacer tiempo me dedico a caminar intentando no mirar los precios en las vidrieras para no amargarme aún más).
8)      La máquina de escribir nueva (ya no puedo usarla porque los cassetes con la cinta son incomprables).
9)      La crema de enjuague para la ropa.
10)  La crema de enjuague para el cabello.
11)  El auto (lo más grave: formaba parte de mi manera de vivir, de mi eterno gitaneo con los tres monitos a cuestas; ahora está como La Bella Durmiente, en la puerta, esperado a un príncipe petrolero que lo despierte).
12)  Parte de mi intimidad (Felisa se queda a dormir en casa porque los viáticos a Moreno son impagables; cena con nosotros).
13)  El cine.
14)  Los libros (incomprables, ni hablar de la ropa o los zapatos que hace años están descartados de nuestro presupuesto).
Después de releer la lista me siento mezquina. Me aflijo por tener que prescindir de lujos cuando tantísimos argentinos empiezan a prescindir de la comida. Pero siento que la situación económica me empobrece por dentro, que conspira para hacer que de lo único que hablemos, en lo único que pensemos, sea en el dinero).
Creo que no es casual que haya retomado la escritura. Es lo único capaz de arrancarme de la atmósfera opresiva que estamos viviendo. La forma que encontré de rescatar la parte de mí que se resiste a transformarse en una máquina de hacer cuentas, inventando permanentes formas de evitar gastos.
Me costó muchísimo generarme un espacio, reencontrar mi tiempo y defenderlo de los tres pares de manitos siempre dispuestas a arrasar con todo. Después del impulso inicial que te comenté en mi anterior carta, tuve un período de inercia en el cual no lograba dar salida a los que sentía que se acumulaba dentro de mí, angustiándome en definitiva.
Hace unos días y a través de ¨El arte de la novela¨ de Kundera, que me prestó Graciela (es notable el poder que tienen los libros para modificar mi existencia) sentí que resucitaba. Logré garabatear un cuento.
Ahora emprenderé la tarea de revisar cuanto escribí hasta el momento para ver qué encuentro de rescatable.
Ayer me encontré con Ofelia. Está bastante mal. Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando me preguntó por papá.
Son las dos de la mañana. Y aunque sea revitalizador sentirme viva entre mis cuatro durmientes quisiera saber quién me levantará dentro de escasas horas para llevar a María a la escuela, y a los chicos a lo de mamá porque Felisa mañana tiene médico.
 Beso grande.
Te quiere mucho

                       Laura

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