viernes, 27 de febrero de 2015

2

4/5/79
ASÍ SOS, BUENOS AIRES

Rueda el taxi por tus calles,
Buenos Aires,
y en la radio del tachero,
Bach,
y es tan tuyo este cielo gris y nubes
que me inunda saberte mi ciudad.
Rueda el taxi por el ruido de tu centro
y rodando recompone la postal,
el Colón,
el Obelisco
y este oboe
que acaricia tu asfalto sin lijar.
Te quiero por Corrientes
                       y sus cines
                       y el café
que siempre es poco y siempre es más,
por tus madrugadas
donde hay gente
que te viene febril a caminar.
Y te quiero
por tus barrios con modorra
                        con domingos
                        con veredas
                        con zaguán
                        con baldíos
donde sueñan ser famosos
seis mocosos, meta pelota y patear.
Así sos, Buenos Aires, caprichosa,
te ofrecés al bocado y no te das.
Así sos implacable
             inconmovible
aprendiste a ser reina y nos cobrás
a precio de oro tus días
y no podemos escapar
porque pagás con tu gracia
la vida que nos quitás.
Así sos, Buenos Aires tan distinta
                                    tan violenta
                                    tan sensual y
                                    tan vital
que te quiero cada noche en
                      cada esquina
y me inunda saberte mi ciudad.

miércoles, 25 de febrero de 2015

1

1979
2/5/79
Claudia:
Todavía estoy reponiéndome de la despedida. Después de Ezeiza llegué a casa y me acosté. Tuve la misma sensación que al salir de un velorio: solo quería dormir. Bueno, ¡no es para tanto!, aún estás viva.
Hace tres días que me mudé. Fue bastante duro porque en todo este tiempo no me había animado a avisarle a mamá que vendría a tu departamento. Imaginate cómo reaccionó cuando vio que hacía las valijas. Y en esta oportunidad con razón. A veces uno es cruel inútilmente. Es que durante estos últimos meses pensé tantas formas de contárselo que mi impresión era  que ya se lo había dicho.
Dramas aparte, ya estoy instalada en tu bulín. Tengo intenciones de pintar y de hacer algunos arreglitos. Veremos si me alcanza la guita.
Desde que estoy aquí tu ausencia me pesa menos. Estás en cada taza, en cada plato, en el olor de las toallas y en las galletitas de la lata, todavía elegidas por vos. Por momentos siento que estoy jugando a las muñecas. Me encanta hacer las compras, comer lo que yo decido, poner las sábanas tirantes como a mí me gusta y encontrar todo en el lugar exacto en que lo dejé. Yo, que jamás me asomé a las tareas domésticas, estoy chocha de comprobar que puedo agarrar una escoba y pelar una papa. Veremos cuánto dura mi entusiasmo. Tengo ganas de tener todo arreglado para invitar a mis amigos. Pienso hacer una fiesta de inauguración.
Releo lo que escribí y parece que estuviera contenta de tu partida. Nada de eso. Te extraño y no te cambio por estas cuatro paredes. Pero, pese a todo, tu ausencia ya me sirvió. Aunque regresaras mañana mismo ya no volvería a casa. Me di cuenta de que necesito vivir sola. Creo que me ayudará a crecer.
El entusiasmo de la mudanza y de la organización de la casa me tiene tan comprometida que me quedan pocas neuronas para acordarme de Eduardo. Pero alguna todavía se defiende. Me planteo qué distinta hubiera sido nuestra historia con este lugar mediante. Yo era su circunstancial y eterna inquilina, la que no tenía su propio espacio, la que tantas veces sentía que estaba de más.
Espero tener pronto noticias tuyas. Y buenas. En cuanto tengas un rato escribime.
Un beso grande


                       Laura